Crónica: AC/DC en Buenos Aires

El 2, 4 y 6  de diciembre del 2009 se presentó en nuestro país, precisamente en el estadio de River Plate con motivo del Black Ice Tour, la banda australiana AC/DC, brindando un show imponente que no sería exagerado decir que fue el espectáculo del año. Un escenario que cambiaba de matiz a cada momento, siempre con nuevas sorpresas, un sonido de última generación que invadía el estadio y la presencia escénica indiscutida de los músicos, hicieron de la visita una fiesta para todos los expectantes fanáticos.











Día de sol radiante para Capital Federal en la mañana del 2 de diciembre, la cola de gente desplegada en la Avenida Libertador del barrio porteño de Nuñez crecía proporcionalmente al tiempo que pasaba y amontonaba cada vez más negras remeras de AC/DC, mientras los vendedores ambulantes no paraban de ofrecer merchandising. El estadio de River se preparaba para explotar en cuestión de horas con el más crudo rock.
Las puertas se abrieron alrededor de las 4 de la tarde y la multitud organizadamente comenzaba a ingresar al estadio, algunos corrían de emoción, otros con cara de asombro miraban a sus amigos y repetían a coro: “¡No lo puedo creer!”. También, algunos no sabían ni donde estaban; me reía cuando el vendedor de panchos preguntaba a alguno de los que pasaban: “¿Quién actúa hoy? ¿Tocan rock o qué?”, igualmente entendible, no todo el mundo puede ser enfermizamente fanático como uno.

Luego de un momento de espera, mientras el Monumental seguía recibiendo gente y más gente, comenzaron las bandas teloneras. Aproximadamente 18:30 dio sus primeros acordes el grupo del ex baterista de Riff Michell Peyronel, donde con emoción desarrollaron sus propios temas y alguno que otro de aquella banda argentina legendaria. Luego, casi pisando las 20 hs, salieron a escena Las Pelotas con el pelado Daffunchio al frente. No bien recibidos por el público que extasiaba de un rock más energético, se hicieron merecedores de miles de botellas de plástico que caían en el escenario con violencia y apuntando siempre al blanco. Después de varios temas y esquivar varios botellazos, Daffunchio decidió tomarse las cosas con humor: “Tocamos para que ustedes se diviertan… Y nos tiren cosas si quieren”.


El momento más esperado estaba ya a minutos de empezar y por ese motivo todos comenzaban a gritar con euforia y melodía futbolera: “¡AC/DC, AC/DC!”. Cada vez con mayor presión la gente se apiñaba en la valla y los empujones y golpes ya no importaban.
A las 21 hs. las luces de River se apagaron, se hizo medio segundo de silencio, y gritos generales se escuchaban hacían eco por todos lados. Luego de una proyección que sirvió de introducción, se abrió la pantalla y el gigante tren de cuernos rojos se hizo presente, ahí fue cuando el riff de “Rock’N Roll Train” se apoderó del estadio. Brian Johnson, Angus Young, Malcom Young, Cliff Williams y Phil Rudd ya eran dueños de miles de mentes que los miraban con admiración.

El éxtasis en el público ya era ilimitado, fue así que siguieron el show con “Hell ain’t a bad place to be” y el conocido “Back in black”, donde por esa misma razón el estadio explotó cantando. Brian y Angus no dejaban de moverse de un lado al otro del escenario, la edad parecía que no les pesaba en lo más mínimo. Sonó en lo que siguió “Big Jack”, otro tema del último disco, “Dirty deeds done dirt cheap”, donde el coro de la gente en el estribillo vibraba en cada rincón, “Shot down in flames” y el increíble “Thunderstruck”, un poco confuso al principio pero como un estallido después, como era de saber.
El espectáculo se sucedía con un gran desarrollo escénico, juegos de luces que acompañaban cada tema y un sonido envolvente que abrazaba a todo el público. Miles de cuernos rojos adornaban el estadio sacudidos por miles de brazos, brillando con sus luces rojas parpadeantes mientras, sonaba “Black Ice” con su riff contagioso.

Luego el tema “The jack” dio pié a Angus para su célebre Streap, donde con ayuda de las palmas y gritos de la gente, el guitarrista se sacaba su uniforme de colegial hasta llegar sólo a la bermuda para rápidamente bájarsela, mostrando un bóxer que con un rojo brillante llevaba marcado: AC/DC. El show continuaba con más sorpresas, la próxima canción fue “Hells bells”, que fue anunciada indirectamente cuando de lo alto del escenario la campana maciza con la inscripción del nombre de la banda bajó lentamente y Brian tomando envión corrió desde la pasarela hasta sostenerse de la cuerda que colgaba del llamador y sonó la primera campanada que hizo erizar la piel.
La energía era desmedida y sonando “Shoot to thrill”, desbordó la emoción. Le siguió “War machine”, “Dog eat dog” y un pequeño receso que reanudó la actuación con uno de los temas más ovacionados de la noche: “You shook me all night long”, donde el estribillo cantado con desaforo por la gente tapaba hasta la voz de Jonhson.

“T.N.T” fue dinamita a la hora del show y “Whole lotta Rosie” comenzó con su rítmico riff de guitarra y una gran muñeca inflable que hacía honor al tema apareció detrás del tren, era una gorda con escasa ropa que movía el pie al ritmo de la música. Luego pasó a escena el auto referencial “Let there be rock” donde en la mitad del tema, el talentoso Angus, pudo hacer un prolongado solo que dejó a todos con la boca abierta cuando miles de papelitos fueron despedidos y cayeron con nieve en la cabeza de los miles de espectadores que saltaban y saltaban de alegría.´


Ya llegando al final del gran show, Angus tiró los primeros acordes de “Highway to hell”, haciendo temblar al estadio con el famoso estribillo, mientras del tren del principio salía fuego que impactaba a cada uno en los ojos. La última canción se adelantó cuando de ambos costados del escenario salieron tres cañones del siglo XIX, obviamente haciendo alusión a “For those about to rock”, donde en los estribillos finales estallaban con fuerza y se imponían incitando más al éxtasis.

Para terminar se tiraron fuegos artificiales que adornaron el cielo de la noche porteña y cerraron la primera de las presentaciones de AC/DC en Argentina, que quedará latente en el recuerdo de cada uno de los que asistieron.

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