Otra vez la aplanadora del rock se presentó en nuestra provincia, precisamente en Jesús María donde ya se habían presentado en el 2007, para conjugar a miles de personas de todo el país. La cita se dio el pasado 23 de enero en el Anfiteatro José Hernández, sede nacional de folklore argento, demostrándose así en este lugar mito otra faceta más de nuestra cultura: La amistad, el agite, el pogo, la bandera y la cerveza, otro elemento infaltable en la tradición rockera. Hacía un tiempo que no se presentaban y el público lo pedía es así que como nos tiene acostumbrados, La Renga brindó a todos una sobrecarga de electricidad que se prolongó por dos largas horas, con adrenalínicos temas infaltables que se colaban en la piel y en la garganta de cada espectador que movía su cuerpo al energizante ritmo que caracteriza a la banda.
La tarde se iba convirtiendo en noche, con lo cual el ritual se ponía aún más denso y jugoso; los cuerpos ya extasiados de adrenalina no dejaban de pedir medidas de ese alcohol adictivo que es el rock y el momento más esperado y ansiado por todos se acercaba.
Un atropellado control policial se abría antes de ingresar al autódromo, ya que sólo una entrada al lugar se encontraba abierta y la gente como era de esperarse, se agolpaba pidiendo su paso, aunque sólo provocando algunos empujones.
Anterior a La Renga, como teloneros, tocaron tres bandas, como ser 3 de Copas, que calentaron motores y entretuvieron antes de que entrara la aplanadora. El show tenía cita para las 21 hs, pero como ya es común, se demoró aproximadamente una hora y media, por lo que Chizzo brindó su primer acorde a las 22:30, acompañado por una gran ovación de la gente, a la cual la espera ni le importó.
Poco esperado, comenzaron con “El monstruo que crece”, tema de su más reciente disco “Trueno tierra” y levantaron luego con un super clásico: “Desnudo para siempre”. Como siempre Teté daba vueltas por todo el lugar como ráfaga de viento, siempre dejando centellas volando en el aire, Chizzo con su voz de relámpago hacía tronar las mentes de los 20.000 expectadores que cantaban desaforados. Así la fiesta seguía con “Almohada de piedra” y “A tu lado”, donde la “noche de fuego” se desarrollaba ahí mismo, mientras la canción proseguía en cada acorde de quintas.
Con un sonido que al comienzo no ayudaba, siguieron con más clásicos; como “Tripa y corazón” y “En el baldío”. Luego sonó “La montaña roja” que hizo eco a otro tema del último CD y después “Negra mi alma, negro mi corazón”, revivió el primerizo “Esquivando charcos”, ese disco con sonido tan rengo, pero que a la vez casi irreconocible a lo que se escucha hoy. “El mambo de la botella” siguió y el estribillo que reza: “A donde me lleva la vida”, retumbó en cada rincón del anfiteatro.
Todos quedaron callados y escucharon con atención luego que Chizzo avisó sobre dos temas nuevos: “Canibalismo galáctico” y “Caricias del asfalto”, no demasiado extasiantes pero igual con buen efecto.
Más tarde sonó “Triste canción de amor”, el viejo tema de El Tri, donde Manu pareció medio perdido con el saxo, pero igualmente el tema nunca decayó. “La balada del diablo y la muerte”, no podía faltar; como así también “Lo frágil de la locura”. “El terco”, “Al que he sangrado” y “El Twist del pibe”, fueron himnos para todos y las banderas se agitaban al igual que los miles brazos en alto.
En uno de los temas alguien prendió una bengala, todo seguía con normalidad, pero finalizada la canción Chizzo retó por lo hecho. Algunos se preguntan si es coherente que lo haga ya que miles de bengalas se prendieron en recitales La Renga, pero así fue como actuó y quizás si es coherente un cambio de pensamiento por lo que ya todos sabemos, aunque muchos pensemos que una bengala prendida en el medio de esas melodías sea un ritual completo.
“El final es en donde partí” fue uno de los temas más cantados con desaforo y pasión. “Y en que lugar habrá consuelo para mi locura”, era el credo de todas las almas que deambulaban en el lugar tragándose todo el rock. Luego siguió “Ruta 40” y ya finalizando “Panic show”, explotaba mentes. “Detonador de sueños”, “Hey hey my my” y “La razón que te demora”, ya despedían. Pero el cierre final y con broche de oro se hizo con “Oscuro diamante” y como no era de otra forma: “Hablando de libertad”, que ya es tradicional en el término de cada recital.
La Renga se despedía, pero todavía faltaba volver a casa, una larga cola de colectivo esperaba, pero el corazón ya estaba lleno felicidad. Otra vez La Renga detonaba sueños.